Desde el primer saque, salimos al campo con las ideas claras: bloquear a sus jugadoras clave e imponer nuestro ritmo de juego. Sin embargo, los nervios iniciales y algunos despistes defensivos, sumados al alto acierto del rival, nos obligaron a remar contracorriente durante los primeros cuartos.
El punto de inflexión llegó en el cuarto periodo. La defensa elevó su intensidad: las penetraciones ganaron contundencia y, al cerrarse los espacios, encontramos tiros liberados desde la periferia. La ventaja rival comenzó a esfumarse, lo que inyectó un ímpetu colectivo difícil de contener.
El desenlace, en los últimos segundos, fue vertiginoso. Con siete puntos de ventaja a falta de 20 segundos, cada posesión se convirtió en una batalla. El pitido final llegó rodeado de tensión, pero coronó el esfuerzo de un equipo que, como grita nuestra afición, «nunca se rinde».
Reconocimientos finales al rival por su deportividad y temporada ejemplar, a la afición cuyo apoyo incondicional creó un ambiente electrizante y a las jugadoras por su entrega diaria, su sonrisa resiliente y su capacidad para convertir el esfuerzo en triunfo.
Esto no termina aquí, nos vemos en los 1/8. 